México, 25 may (Prensa Latina) Una joven de entre 16 y 19 años de edad, cuyo cadáver encontraron en la Tumba II de la Zona Arqueológica de Tingambato, Michoacán, en 2011, fue persona de élite, concluyeron hoy especialistas.
Los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia analizan desde hace 10 años los restos de la muchacha y los más de 19 mil objetos asociados a su ornamento funerario, los cuales confirman su estirpe social.
El arqueólogo José Luis Punzo indicó que los resultados revelan la trascendencia de este entierro y del personaje inhumado, y lo colocan como uno de los más importantes en la arqueología del occidente de México, en particular de Michoacán.
Los restos óseos fueron hallados dentro de una cámara funeraria construida a cinco metros de profundidad, con fuertes paredes de piedra y un techo abovedado de lajas en sentido de espiral, rodeada de un rico ajuar compuesto por 19 mil 428 objetos de concha y lapidaria.
Su antigüedad se remonta a la etapa de mayor crecimiento de Tingambato, del 550 a 850 de nuestra era, según los investigadores.
Otra evidencia de su rango social, según el antropólogo Carlos Karam, es una deformación cefálica intencional tabular erecta, y trabajos de modificación dental asociados a grupos de gran linaje.
También fueron determinadas diversas paleopatologías, las cuales apuntaron que sufrió periodos de enfermedad como fiebre y un grado leve de desnutrición, aunque no parecen ser la causa de muerte, la cual aún se desconoce.
El ajuar funerario, por la cantidad y calidad de los objetos, su temporalidad y estar asociados a una sola persona, es considerado uno de los más importantes encontrados en el occidente mexicano, de acuerdo con el estudio.
Se determinó que 18 mil 601 objetos fueron elaborados con conchas marinas, la mayor parte de las cuentas y pendientes de la especie Spondylus princeps, proveniente del Pacífico, peculiar por su tonalidad anaranjada, altamente apreciada por las culturas antiguas. Y resaltan por su cantidad, tres mil 38 caracoles usados como sartales.
El pectoral que portaba, perteneciente a la tradición de ropa enconchada, se completó con 10 anillos hechos también con concha, uno en cada dedo, y en los tobillos sartales de cuentas en forma cilíndrica de la especie Tripsycha tripsycha, y cascabeles de caracoles marinos.
En lo que respecta a los 827 elementos lapidarios, los especialistas destacaron que la mayor parte corresponde al mineral amazonita, cuya procedencia aún no se precisa, pero hay vetas importantes en la región que hoy ocupa Chihuahua, y turquesa, de gran importancia, la cual probablemente provino del actual suroeste de Estados Unidos.